De Fuerteventura a Salamanca
Una majorera en el Concurso de Stands y Proyectos Expositivos que organiza la Universidad de Salamanca, “Exclaustrados”.
Erendira Falcón Padilla, natural de Betancuria y graduada en arqueología, participa en el concurso Exclaustrados que cada año organiza la USAL entre los alumnos de los másteres de Arquitectura y Diseño de Interiores y de Gestión y Evaluación del Patrimonio Cultural. Ella está cursando el segundo –uno de los másteres más valorados en el ranking nacional- con un claro objetivo ayudar a preservar el patrimonio cultural de Fuerteventura trabajando en su gestión.
“A medida que me formaba –nos cuenta Erendira- fui tomando conciencia del gran patrimonio que tenemos en la Isla y en especial en Betancuria, mi municipio y su capital histórica. Cuando me gradué, me di cuenta de que me gustaría trabajar con él y gestionarlo para que todo el mundo lo conozca, lo aprecie y otorgue a Fuerteventura el valor que posee. Por eso decidí hacer este máster, para ayudar a proteger nuestro patrimonio e incentivar el conocimiento de nuestro pasado que, al fin y al cabo, es lo que nos define como cultura”.
Concurso
El concurso Exclaustrados nació en las aulas de la Universidad de Salamanca con el fin de dinamizar los claustros universitarios. Cuenta ya con varias ediciones que poco a poco lo están convirtiendo en un evento cultural de interés en la Ciudad de Salamanca. Este año intervienen seis grupos interdisciplinares que serán los artífices de seis proyectos que inicialmente se exhibirán en la Facultad de Geografía e Historia. El proyecto que resulte ganador se materializará, pudiendo ser visitado en una de las dependencias del Claustro del edificio histórico de la Universidad de Salamanca a finales de marzo.
Nuestra arqueóloga es la encargada de Actividades Paralelas del proyecto expositivo Sopistas: Venturas y desventuras del humilde estudiante; uno de los proyectos que lo integran y que en seguida se ha erigido en favorito por la originalidad de la propuesta, ya que su principal objetivo es reflexionar sobre la imagen social del universitario y cuestionar la vigencia actual de la idea de que el estudiante vive de “comer la sopa boba”, de ahí el título de la exposición.
Sopistas nos ofrecerá un ameno recorrido por la vida del estudiante salmantino a través de la historia que demostrará que la vida del universitario ni ahora, ni antes ha sido fácil. “Con este plan –señala- no pretendemos dar un mensaje universal pero si transmitir una idea menos alejada de la realidad, puesto que las vicisitudes de los estudiantes universitarios sin recursos siguen siendo prácticamente las mismas”.
El proyecto Sopistas
El proyecto Sopistas se encuentra vinculado a la Hospedería del Palacio de Anaya y al perfil de los estudiantes que la habitaron a lo largo de la historia. La historia de la Hospedería está conectada con la del Colegio Mayor de San Bartolomé, fundado a comienzos del siglo XV por Don Diego de Anaya para albergar a los estudiantes sin recursos económicos que cumplieran una serie de requisitos, como los relativos a la capacidad intelectual y la limpieza de sangre. Con el tiempo la preparación de sus alumnos cobró tal prestigio que la nobleza comenzó a interesarse por acceder a él y, una vez dentro, modificaron los requisitos de ingreso, de modo que la presencia de alumnos desfavorecidos fue cada vez menor. Estos acabaron por trasladarse a la Hospedería, donde desempeñaban labores de ayudantes o sirvientes de los estudiantes más ricos para costearse los estudios.
La exposición girará en torno a la figura de estos estudiantes más pobres que, desde los inicios de la vida universitaria salmantina, se vieron obligados a idear distintos métodos que les proporcionaran un sustento. Contará pues los orígenes de la Universidad de Salamanca a través de los conocidos como sopistas, denominados así por las composiciones de poemas y trovadas que luego cantaban a la puerta de los conventos con la intención de recibir a cambio la “sopa boba” que comían con la cuchara que siempre llevaban colgada de su bigornia (sombrero que integraba el uniforme). Las múltiples tácticas que desarrollaron para conseguir su manutención y costearse los estudios proyectaron una imagen del sopista como persona astuta, proclive a la juerga y costumbres insanas que perdura en nuestros días.
“Como sopistas de hoy – concluye acertadamente- queremos recordar a los sopistas de ayer. Pensamos que los verdaderos protagonistas de las Universidades son los estudiantes, por ello nuestra exposición es un homenaje a ellos, pero sobre todo es un reconocimiento a la figura del universitario sin recursos. En torno a estos estudiantes gira nuestro proyecto”
Con esta exposición pretenden mostrar, por tanto, la imagen estereotipada de un colectivo muy enraizado en la Ciudad de Salamanca que inspiró la Literatura picaresca y que ha pervivido a lo largo del tiempo llegando a la actualidad. Para ello sacarán a la luz anécdotas estudiantiles y hechos relevantes de su vida cotidiana y studium, incidiendo particularmente en aquellos aspectos que pertenecen más al mito que a la realidad como son el tema del honor, la espiritualidad, el cortejo, las hermandades y por supuesto la supervivencia y ya en términos contemporáneos el compromiso social, la actuación y la movilización colectiva.